Inicio / Parque Natural y Reserva de la Biosfera de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias
Este Parque Natural y Reserva de la Biosfera representa uno de los grandes tesoros forestales de la cordillera Cantábrica. Sus valles y montañas están cubiertos por extensos bosques de hayas y robles, entre los que destacan el robledal de Muniellos —considerado uno de los mejor conservados de Europa— y el hayedo de Monasterio de Hermo, el mayor de Asturias. Las formaciones geológicas, con algunas de las rocas más antiguas de la península, confieren al paisaje un carácter singular. El Parque está ubicado en un sector de la cordillera dominado por rocas silíceas, que dan lugar a sierras de perfiles romos y resaltes cuarcíticos, donde se forman grandes canchales y pedrizas de roca oscura que añaden un carácter agreste y espectacular al entorno.
Es un territorio clave para la conservación del oso pardo y el urogallo cantábrico, además de albergar una notable diversidad de flora y fauna, con especies endémicas de especial interés como la salamandra rabilarga o la víbora de Seoane. El territorio favorece una diversidad de hábitats y así, mientras que en Fuentes del Narcea domina una flora de tipo atlántico, en Degaña e Ibias se aprecian ya ciertas influencias mediterráneas. Dado el protagonismo de los bosques, es un espacio ideal para los amantes de la ornitología forestal, con especies como el picamaderos negro, que es relativamente abundante y fácil de detectar, o el camachuelo común. En los paseos por los hayedos y robledales no es difícil encontrar rastros de corzos, jabalíes e incluso de osos y lobos. Además, su biodiversidad incluye también una rica comunidad de insectos e invertebrados, entre los que destacan el imponente ciervo volante, visible en los meses de junio y julio, y la delicada Rosalia alpina, un escarabajo cerambícido de bellos tonos azulados. Las rutas interpretadas, la observación de fauna o la fotografía de sus paisajes otoñales ofrecen experiencias auténticas, en contacto con un entorno bien conservado.
A esto se suma una rica cultura rural, con aldeas aisladas, arquitectura popular y oficios tradicionales como el trabajo artesanal de la madera (tradición cunqueira), aún vivos en el territorio. Entre los elementos más característicos de esta arquitectura destacan los hórreos con pegoyos (pies) de piedra, estructura de tablones de roble y tejados de pizarra, que reflejan la adaptación al entorno y la sabiduría constructiva de generaciones pasadas. Un lugar ideal para reconectar con la naturaleza en su forma más pura y silenciosa.
Las mejores épocas para visitar el Parque Natural y Reserva de la Biosfera de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias son desde primavera hasta otoño, cuando este espacio despliega todo su esplendor paisajístico y biológico. En primavera, los bordes de los caminos, los prados y las laderas se llenan de color con la floración de las plantas silvestres, los brezales florecen y los árboles comienzan a vestirse de hojas, mientras anfibios como la salamandra rabilarga y reptiles como el lagarto verdinegro o la víbora de Seoane se hacen visibles con la subida de temperaturas. El verano permite recorrer con comodidad las rutas que atraviesan las zonas altas, como las brañas, o los senderos encajados entre montañas, disfrutando de la frondosidad del bosque. Por su parte, el otoño convierte a este territorio en uno de los destinos más deseados para la fotografía de paisaje: las hayas se tiñen de castaño, los serbales se vuelven rojizos, los abedules amarillos y los robles mutan a tonos ocres, naranjas y dorados, que brillan con especial intensidad bajo la luz rasante del sol otoñal.
Además, el final del verano y el comienzo del otoño son los mejores momentos para intentar avistar al oso pardo desde miradores estratégicos habilitados, siempre con el acompañamiento de guías especializados que garanticen una experiencia respetuosa con la especie y su hábitat.
En el Parque Natural y Reserva de la Biosfera de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias se pueden realizar diversas actividades vinculadas al descubrimiento de la naturaleza, el paisaje y la cultura tradicional del occidente asturiano. Las rutas interpretativas guiadas por empresas locales permiten adentrarse en este territorio de forma pausada, combinando el disfrute del entorno con un acercamiento a sus valores ecológicos y humanos. Uno de los mayores atractivos es la visita al bosque de Muniellos, joya forestal de la cordillera Cantábrica, cuyo acceso está limitado a grupos reducidos para preservar su altísimo valor ecológico. Además, este territorio destaca por el compromiso de sus habitantes en la conservación del legado patrimonial, la recuperación de oficios tradicionales y la transmisión de costumbres ancestrales que enriquecen la experiencia del visitante y refuerzan el vínculo con el medio rural.
La observación de fauna es otro de los grandes reclamos, con posibilidades reales de detectar indicios de presencia o avistamientos de grandes mamíferos como el oso pardo, el lobo ibérico o diversos ungulados silvestres. En primavera y otoño también es posible identificar anfibios raros, como la salamandra rabilarga, y disfrutar de la fotografía de paisaje, especialmente en los momentos de cambio estacional del bosque. El espacio ofrece además la posibilidad de descubrir elementos etnográficos únicos, como los cortines, talameiros, hórreos o molinos, y sumergirse en una cultura rural auténtica representada en aldeas aisladas y en la tradición cunqueira, ligada al trabajo artesanal de la madera.
El Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias ofrece múltiples puntos de interés que permiten descubrir su riqueza paisajística, forestal y cultural. Uno de los lugares más emblemáticos es Muniellos, con su robledal primigenio cuyo acceso está estrictamente regulado para preservar este ecosistema único. Así, sólo se permite la entrada diaria a un cupo máximo de entre 20 y 40 personas, que deben reservar con antelación. La entrada a la Reserva Integral de Muniellos se realiza desde Las Tablizas. En Oubacho, por su parte, se ubican tanto el mirador, que ofrece una panorámica sobrecogedora del robledal, como el centro de interpretación de Muniellos, donde el visitante puede comprender mejor el valor ecológico e histórico de este espacio.
En el concejo de Cangas del Narcea, el entorno de Monasterio de Hermo acoge el hayedo más extenso y uno de los mejor conservados de Asturias. La carretera de Leitariegos —que sigue el trazado del antiguo Camino Real, una histórica vía de comunicación entre los puertos del occidente asturiano y la Meseta— permite adentrarse en un paisaje de gran riqueza cultural y natural. En el fondo del valle, los tradicionales viñedos dan paso, conforme se asciende, a praderías de altura y aldeas como Brañas d’Arriba, desde donde se obtiene una de las vistas más hermosas del Cuetu d’Arbas, una de las cimas más elevadas del occidente cantábrico. Esta montaña muestra en sus laderas las huellas de la última glaciación, testigos del pasado geológico de la región. Al abrigo del Cuetu se encuentra la laguna d’Arbas, de origen glaciar, cuyas orillas acogen una notable biodiversidad de anfibios como el tritón alpino, el ibérico, el palmeado o la rana bermeja, que encuentran aquí un hábitat privilegiado.
En el concejo de Ibias, destacan lugares como el mirador del Furacón, en Sisterna, que ofrece una panorámica excepcional del entorno. Finalmente, en Degaña, merece una parada el mirador de la Corza, en la carretera forestal de Valdeprado a Trabáu, desde donde se observa uno de los paisajes más auténticos y salvajes del occidente asturiano.
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