La primavera y el otoño son las estaciones más recomendables para visitar este espacio por la riqueza de colores y matices que ofrecen sus bosques caducifolios.
En primavera, el despertar de la vegetación y la floración de numerosas especies convierten el paisaje en un escenario vibrante y lleno de vida, ideal para el senderismo, la fotografía de naturaleza y la observación de fauna.
En otoño, el cambio de color del follaje ofrece estampas espectaculares, especialmente en hayedos y robledales, que alcanzan su máximo esplendor cromático. El clima en ambas estaciones es más suave y agradable para recorrer los valles y zonas de media y alta montaña.
El verano también es buena época, especialmente en altitud, donde se encuentran temperaturas más frescas y es cuando el paisaje está en su máximo esplendor en la alta montaña. Por otro lado, muchas rutas etnográficas y de interpretación de flora y setas se desarrollan en estas épocas, coincidiendo con los ciclos más activos del ecosistema.
Y, finalmente, en el invierno llaman la atención los rojos frutos de los acebos, importante fuente de alimento para la fauna en esta época de escasez.